De AK-47 a defensa aérea portátil: narcos mexicanos se arman como ejércitos en guerra

Los cárteles incluso se han aventurado a fabricar sus propios vehículos armados y submarinos para transportar drogas, armas y dinero por el mundo sin ser detectados.

Las armas, tácticas, técnicas y procedimientos de guerra, utilizados por los cárteles mexicanos han evolucionado preocupantemente desde el 2012 a la fecha, hasta alcanzar niveles que tan sólo se pueden comparar con los de algunos de los ejércitos más poderosos del mundo.

En menos de una década, como documenta el libro Progreso táctico ilícito: notas tácticas de los cárteles mexicano 2013-2020, los cárteles pasaron de utilizar viejas armas soviéticas como los fusiles AK-47, también conocidos como cuernos de chivo, a utilizar algunas de las armas más sofisticadas del mundo como un sistema de defensa aérea portátil (MANPADS, por sus siglas en inglés) o armas de calibre .50, como los fusiles Barret, utilizados por los francotiradores del ejército estadunidense en Afganistán o en Irak para combatir al Estado Islámico.

“Las guerras y los conflictos son impulsores frecuentes de la innovación táctica. Las guerras del crimen no son diferentes. De hecho, la guerra contra las drogas o la insurgencia criminal mexicana es ejemplar en términos de innovación. La violencia de los cárteles es la pieza central del reconocimiento público de la inseguridad de México, pero rara vez se evalúa desde perspectivas tácticas y operativas”, enfatizan John Sullivan y Robert Bunker, editores del texto.

Los cárteles incluso se han aventurado a fabricar sus propios vehículos armados, denominados comúnmente narcotanques o mounstros blindados, que vienen fuertemente equipados como un tanque de guerra común, y también fabrican sus propios submarinos para transportar drogas, armas y dinero por todo el mundo sin ser detectados.

La lista de armamento especializado que ha sido documentado por Small Wars Foundation incluye también la utilización de explosivos improvisados y explosivos militares, como el Trinitrotolueno (TNT), el C-4 o la Dinamita. Estos son usados en coches bomba o en drones que arrojan el paquete explosivo detrás de líneas enemigas.

De hecho, fue con una bomba improvisada con 10 barras de dinamita, que todo se empezó a descomponer. Fue encontrada en enero de 2012, cuando en Ciudad Victoria, Tamaulipas, las autoridades hallaron un coche con la carga explosiva escondida en la cajuela junto al edificio de la policía estatal. En ese momento, el cártel del Golfo y su antiguo brazo armado, Los Zetas, sostenían una cruenta batalla por el control del territorio.

Afortunadamente, el ataque no funcionó y un escuadrón antibombas logró desactivar la amenaza. Pero sentó un precedente, los narcos mexicanos empezaban a perfeccionar su armamento, así como sus tácticas y técnicas bélicas. Ya ponían coches bomba, técnica común entre terroristas o grupos guerrilleros, igual que hacia Pablo Escobar en Colombia durante la década de los 1990.

Desde ahí, todo fue en escalada. Granadas de fragmentación de las que hay registros desde 2009, comenzaban a ser más comunes en los enfrentamientos entre grupos delictivos o con fuerzas del orden, también se empezaron a reportar con el paso de los años decomisos de lanzamisiles como un FIM-43 “Ojo rojo” que utiliza tecnología infrarroja para dar en el blanco, y que también ha sido utilizado en otras guerras, como en Afganistán, Vietnam o las Guerras Civiles de Nicaragua y El Salvador.

Uno de estos le fue decomisado en Chihuahua en el 2016 al cártel de La Línea, una escisión del cártel de Juárez vinculada en dicho estado a Rafael Caro Quintero, líder del extinto cártel de Guadalajara al que en la actualidad el Departamento de Justicia de Estados Unidos considera líder de una facción del cártel de Sinaloa.

También se empezaron a decomisar lanza cohetes RPG-29, capaces de atravesar el blindaje de tanques de guerra, incluso de algunos de los más poderosos fabricados en la historia como el M1Abrams utilizado por el ejército estadunidense desde 1980 y hasta la actualidad en los principales conflictos armados en los que ha intervenido.

La ojiva HEAT (Alto Poder Explosivo Antitanque, por sus siglas en inglés) que utilizan los RPG-29 de origen soviético, también es capaz de penetrar paredes de búnkers de hormigón. Y es utilizado en otras latitudes por algunos grupos terroristas, por ejemplo, Hezbollah en Medio Oriente.

Pero no todo son armas, el asenso de los cárteles mexicanos, como el cártel de Sinaloa o el cártel Jalisco Nueva Generación, considerados por el gobierno de Estados Unidos como los mejores armados, también incluye tácticas no convencionales de guerra que más bien están relacionadas con grupos de insurgencia o grupos terroristas entrenados en combate urbano como son: operaciones de antimovilidad (narcobloqueos), persecución, canalización, emboscada y barrera mediante diversos métodos y tecnologías.

Algunas de las tácticas documentadas en el libro son abrojos (mecanismos de púas de metal puntiagudas que se utilizan para ponchar llantas), así como la excavación de zanjas en forma de trincheras antivehiculares para formar cuellos de botella en carreteras y así inhibir las operaciones tanto de las fuerzas del orden como de grupos rivales.