¿Hambre por las noches? El síndrome del comedor nocturno que tal vez podrías padecer

Existen causas psicológicas, genéticas, hormonales y ambientales que dificultan el tratamiento del síndrome del comedor nocturno.

¿Te ha pasado que de pronto por las noches te asalta un hambre que no puedes controlar más que ‘asaltando’ la alacena o el refrigerador? Tal vez, como agravante, esa ansiedad de comer sólo se sacia con alimentos altos en carbohidratos, pues te contamos que no estás solo y que esta conducta es en realidad un síndrome y tiene cura.

El síndrome del comedor nocturno (night eating syndrome, NES por su siglas en inglés) es un trastorno de la alimentación que consiste en desarrollar un patrón de conducta en el cual se come una gran cantidad de calorías luego de la cena. El síndrome se describió por primera vez en 1955 en un grupo de pacientes obesos en el que se observó un 25% – 50% de la ingesta calórica diaria total después de la cena. Fue el Dr. Albert Stunkard quien describió por primera vez los síntomas que lo componen.

Si bien es cierto que es muy común que las personas padezcan el síndrome del comedor nocturno, se recomienda consultar a un especialista, ya que necesitarán un proceso que contaremos a continuación.

El síndrome del comedor nocturno

Este síndrome se caracteriza por presentar falta de apetito por las mañanas, comer en exceso por las noches, especialmente después de la cena, insomnio, despertares frecuentes para comer y arrepentimiento por este comportamiento con modificación del patrón neuroendocrino. El cual modulan diversas funciones metabólicas y psicológicas.

Esta patología puede también confundirse con la bulimia, el comedor compulsivo y el desorden del sueño relacionado con la ingesta nocturna.

Los alimentos que se suelen consumir son poco saludables y con muchas calorías, lo que provoca un aumento de peso y, en ocasiones, obesidad. Suele asociarse a un estado de ánimo bajo, ansiedad, nerviosismo, trastornos del sueño, depresión, bulimia y trastornos neuróticos.

Generalmente se presenta entre los 20 y 30 años como resultado de un acontecimiento estresante, como un divorcio o la pérdida del trabajo. La persona siente que encuentra consuelo en este hábito, pero incluso cuando se supera el factor estresante, el hábito de comer en exceso por la noche continúa. Entre las personas que sufren el síndrome del comedor nocturno es posible reconocer que:

  • Omiten el desayuno y pasan varias horas después de despertarse antes de comer su primera comida.
  • Tienen atracones nocturnos de última hora. Casi siempre consisten en consumir hidratos de carbono. Sin embargo, las comidas se distribuyen en varias horas, lo cual lo diferencia de un típico exceso como se evidencia en otros trastornos de la alimentación.
  • Los episodios en el caso del síndrome del comedor nocturno se pueden repetir durante toda la noche, con muchas visitas separadas al refrigerador o la alacena.
  • Sufren de depresión o ansiedad, a menudo en relación con sus hábitos alimenticios.
  • En general, tienen problemas para dormir.
  • Es probable que en muchos casos estas personas sean sonámbulas.
  • En algunos casos, como resultado de un deseo incontrolable de comer, similar a una adicción, las personas llegan a ingerir hasta del 25 al 50% de todas las calorías del día en las horas que siguen a la cena.

De acuerdo con los estudios que se han realizado, existen causas psicológicas, genéticas, hormonales y ambientales que dificultan el tratamiento del síndrome del comedor nocturno, pero también la reducción del peso corporal. Afecta a entre el 1,5 y el 5% de la población y es más frecuente que otros trastornos alimentarios como la anorexia y bulimia.

¿Cómo evitar el síndrome de alimentación nocturna?

Las personas que padecen el síndrome suelen informar de intentos fallidos a largo plazo para encontrar una cura eficaz. Al igual que ocurre con otros trastornos de la alimentación, el éxito del tratamiento requiere una combinación de diferentes tratamientos. Informar a los pacientes sobre su condición es un primer paso importante, para desarrollar una mejor conciencia de su comportamiento alimentario e identificar los desencadenantes.

La farmacoterapia desempeña un papel importante, aunque se necesita más investigación para sacar conclusiones seguras. Los tratamientos no farmacológicos, como la fototerapia, los ejercicios de relajación, la terapia cognitivo-conductual y el control del estrés, son técnicas prometedoras para el futuro. Hoy en día es importante estudiar el patrón de las conductas alimentarias de los pacientes con obesidad, ya que de eso depende la elección y éxito del tratamiento nutricional, el cual permitirá obtener resultados satisfactorios en la pérdida y mantenimiento sostenido del peso. Sin embargo, el mejor resultado se logra con el tratamiento interdisciplinario debido a su multicausalidad.

Las modificaciones deben realizarse progresivamente de acuerdo al patrón previo del paciente, de lo contrario el objetivo no será alcanzado. En esto radica la importancia de conocer y diferenciar el comportamiento del paciente con obesidad. Cabe destacar que las personas con NES, comedores compulsivos y bulimia tienen instaurados patrones alimentarios que van a dificultar la pérdida ponderal, por lo que los cambios deben ser paulatinos e individualizados.

Agradecemos la colaboración de la Dra. Berenice Figueroa Cruz, médico nutricionista, por verificar y compartir información para el desarrollo de este artículo.